En esta sección trataremos de dar respuesta a algunas de las dudas más frecuentes sobre el tema de la Teoría General del Arte. Si no encuentras la respuesta a tu duda, por favor comparte tu duda con nosotros a través de la sección de contacto.
La Teoría General del Arte o TGA, es un modelo en proceso; esto es, es un modelo que se compone de toda la información recabada hasta el momento por la incipiente ciencia Arsológica y que, naturalmente se sigue ajustando y mejorando conforme la nueva información va estando disponible. Este modelo tiene aspectos descriptivo, explicativo y predictivo.
En su aspecto descriptivo, la TGA es una relación de las observaciones hechas por los Arsólogos sobre los aspectos materiales, o sea los aspectos observables, del arte en general; a saber, el artista, la obra de arte, el público y los procesos y factores externos que condicionan el desempeño de estos tres.
Utilizando todas las observaciones arriba mencionadas y correlacionándolas con modelos correlativos de otras ciencias, la TGA utiliza las herramientas del razonamiento como la inferencia, deducción, etc., para proponer una hipótesis, explicación, modelo o tesis de lo que el arte en general es, cómo funciona y cuál es su función o consecuencias, o sea, para qué sirve.
A partir de los aspectos descriptivo y explicativo de la TGA, es posible identificar relaciones causa-efecto en los procesos implicados en el arte, de modo que podemos predecir a partir de una observación presente, una observación futura. Por ejemplo, a partir de la observación de una determinada configuración en una obra de arte, podemos predecir que los observadores mostrarán signos de ansiedad o de relajamiento según el caso. O, por ejemplo, a partir de una comparación entre la configuración de una obra de arte y la de su contexto, podemos predecir aproximadamente cuanta atención generará, esto es, qué tanto la va a notar el público o que tanto va a pasar desapercibida: o en el caso de las piezas transitables, como la arquitectura o el arte instalación, podemos predecir a partir de la composición tonal, cuál será el desplazamiento promedio del público en su interior, etc.
Arte es el proceso humano de síntesis intuitiva de formas nuevas a partir de nuestras reacciones emotivas frente a configuraciones experimentadas y rememoradas, así como de la posterior convencionalización de la forma resultante para dar paso a un concepto; en este punto, termina el proceso del arte y se enlaza con el resto del proceso de la cultura, pues los conceptos surgidos del proceso artístico son asimilados por el resto de la sociedad a modo de usos y costumbres, vocablos nuevos, tecnologías, instituciones, etc.
Se ha dicho que arte es lo que para cada quien signifique, también se ha dicho que el arte es algo muy diverso en diversas culturas, lugares y momentos históricos. Incluso se ha dicho que el arte, como lo conocemos hoy en día, es algo muy reciente que no existió en la antigüedad. El problema, sin embargo, consiste en un pobre manejo tanto del lenguaje como de la lógica formal. Es decir, la palabra arte, o su equivalente en cualquier idioma de base latina, tiene una y sólo una definición aunque, por supuesto, puede tener infinidad de usos más o menos metafóricos. Para entender esto, hay que recordar uno de los principales descubrimientos de la semiótica: las palabras son arbitrarias Y CONVENCIONALES. El énfasis en lo convencional del significado es para recordarnos que, si bien cualquier sonido puede arbitrariamente ser asociado a cualquier concepto o significado, las palabras solamente adquieren significado por convención, lo que quiere decir que solamente significan algo porque lo significan para varias personas, no para cada una en lo particular. Esto es, aunque cada cual es libre de hacer lo que le de la gana, la comunicación lingüística solamente funciona entre aquellos que están dispuesto a suscribir una convención que, por su naturaleza, tiende a ser unívoca.
Esto quiere decir que, para saber lo que realmente significa la palabra arte como cualquier otra palabra, lo que hay que hacer es determinar quién y para qué inventó la palabra. En términos más técnicos ¿cuál es la convención de origen? En el caso de la palabra arte, son los antiguos romanos quienes la inventaron (del Latín ars= arte) como antónimo de natura. Esto se evidencia con facilidad cuando comparamos los vocablos latinos artificial o hecho por el arte (del Latin ars= arte, facere= hacer y el sufijo al que indica consustancialidad) y natural. Es evidente aun hoy en el idioma español y otros de base latina que lo artificial es antitético de lo natural. De modo que arte es eso mediante lo cual los humanos hacemos o creamos todo lo artificial. En este sentido resulta evidente el craso error de pretender que el ars latina y la techne griega sean sinónimos. Hay una diferencia fundamental de tiempo; mientras que el arte se refiere al momento mismo de la creación de una forma, la técnica se refiere a los pasos que establecemos después de creada esa forma para reproducirla.
Así resulta claro para el Arsólogo que, si queremos saber lo que es el arte, tenemos que investigar el fenómeno al que se asocia el concepto original latino y que ese fenómeno existió desde mucho antes de que los romanos le pusieran un nombre. Efectivamente, es prácticamente por definición, que podemos decir que el ser humano está creando lo artificial desde el instante mismo de su aparición sobre el planeta. Por eso, la TGA utiliza la descripción básica de este fenómeno como definición de arte y la Arsología se enfoca en la investigación precisamente de este fenómeno y no de cualquier otro asociado a la palabra arte por usos correctos o incorrectos del lenguaje. Esto es, cuando la TGA aventura una definición unívoca de arte, NO le apuesta a una ESENCIA al estilo PLATÓNICO, sino que se basa en algo mucho más mundano como lo es una convención. Visto así, el arte es y ha sido exactamente lo mismo desde la antigüedad prehistórica hasta la modernidad más contemporánea.
De acuerdo con la TGA el arte surge, como muchas de las funciones evolutivas superiores, cooptando funciones y estructuras preexistentes, en este caso, en nuestros antepasados homínidos, a saber: El sistema de reacciones emotivas con el cual los seres vivos en general negocian con su medio ambiente, los instintos del juego y la imitación y, por otra parte, con algo nuevo, con un descubrimiento fundamental que da nacimiento al ser humano, la representación.
La totalidad de los seres vivos comparten el mecanismo de reacciones emotivas para negociar con su medio ambiente, inclusive las reacciones típicas son compartidas por muchos seres vivos; en el caso, por ejemplo, de los animales, compartimos cosas como la reacción lucha-o-escapa, la depresión, los impulsos de copular, consumir, etc. Pero los seres humanos desarrollaron una nueva reacción emotiva frente a las configuraciones de estímulos consistente en manipular elementos formales para intentar reproducir la relación configuración-respuesta emotiva; esto es, en lugar de luchar-o-atacar una configuración que les produce miedo, intentan acomodar una serie de estímulos visuales, sonoros, etc., de modo que les produzca un miedo similar. Esto es la representación y, como se evidencia, no se trata de la representación de las cosas sino de las experiencias y, por tanto, no tiene nada que ver con el arte figurativo, hay tanta representación en el naturalismo pictórico del Renacimiento como en la más abstracta de las sinfonías.
Esta nueva respuesta instintiva tuvo consecuencias de la mayor importancia para nosotros, de hecho, la TGA postula que en el exacto momento en que un antepasado nuestro realizó la primera representación, surgió la humanidad. La representación le dio al ser humano las tres cosas que lo caracterizan y definen: la artificialidad, la mediatez y la referencialidad.
Podemos decir que la artificialidad define evolutivamente al ser humano. Si compartimos con otros animales el comportamiento social, el uso de herramientas, las formas complejas de comunicación, ningún otro ser vivo que conozcamos produce artificialidad. Bien visto, hemos transformado en artificial practicamente el total de nuestro entorno de vida, aun las plantas y animales a nuestro alrededor corresponden a categorías como zoológico, parque nacional, reserva ecológica, etc. De hecho, es nuestra única estrategia de supervivencia: sin lo artificial, jamás pordríamos enfrentar a los grandes depredadores, a los climas hostiles, etc.
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El arte es, de acuerdo con la TGA, una adaptación evolutiva cuya función es la supervivencia de la especie humana, del mismo modo que algunos animales desarrollaron la adaptación de volar o de mimetizarse con su medio ambiente. A través de la representación artística los seres humanos logramos tres grandes ventajas sobre los otros animales: la referencialidad, la mediatez y la artificialidad. Estas ventajas nos permitieron enfrentar y derrotar no solamente a depredadores que, normalmente, debieran vencernos, sino incluso a la mayor parte de las fuerzas de la naturaleza.
La primera ventaja que la representación artística nos dio sobre los demás animales fue la REFERENCIALIDAD, esta consiste en asignar una identidad, una unidad a una enorme cantidad de fenómenos que, aunque para los demás animales están inconexos, para nosotros resultan lo mismo a partir de su identificación por el arte. Esto es algo que otros animales no han logrado hacer porque, por ejemplo, cuando ven entre la yerba los colmillos amenazantes de un león, tienen que correr inmediatamente para salvarse, no hay manera de esperar a observar al león para ver cómo exactamente es, mucho menos para señalarlo a sus compañeros y ver si con el sonido ‘león’ se están refiriendo a lo mismo y comparar sus ideas al respecto. Eso es lo que logramos mediante la representación artística, un ‘león’ que nos produce las mismas emociones de miedo que podemos reconocer, pero sin el peligro de que nos coma.
Así, podemos decir la palabra ‘león’ y señalarlo para que los demás nos digan si ellos se refieren a lo mismo cuando ellos dicen ‘león’, también podemos juntando las observaciones de varios, ir mejorando nuestra comprensión de cómo es un león. Ahora, al ver los colmillos amenazantes de un león podemos imaginarnos al león completo, pero, todavía más importante, podemos identificar ese león amenazante con los leones que duermen bajo un árbol, cosa que otros animales no pueden hacer, porque las experiencia del león cazando y durmiendo no tienen identidad entre sí. La representación le da IDENTIDAD a cosas que en la naturaleza no son idénticas. Por ejemplo, no hay dos bisontes iguales; para los demás animales, ni siquiera hay dos experiencias iguales de un mismo bisonte; para un león, el mismo bisonte puede ser una amenaza en un momento, mientras que en otro momento simplemente lo percibe como la cena. Pero al crear una representación artística de ‘los bisontes’, el ser humano hace una cosa (pintura, danza, etc.) que se parece no a un bisonte en particular sino a cualquier bisonte. De hecho, la categoría de ‘los bisontes’ no existe en la naturaleza, solamente existe para nosotros y solamente a partir de su representación artística.
Dicho de otro modo, para los demás animales no existen ‘los bisontes’ sino solamente la experiencia presente que puedan tener con algún bisonte. Es por eso que un animal, como un conejo, puede engañar a sus depredadores simplemente quedándose quieto, pero no puede engañarnos a nosotros, porque sus depredadores se basan en su conducta y características ‘como cena’ para detectarlo, pero no pueden detectarlo si su configuración no coincide con ‘la cena’, pero nosotros le hemos dado una identidad y para nosotros es un conejo, se comporte como cena o como una estatua petrificada.
La referencialidad no solamente nos permite asignar identidad a las cosas y ponerles nombre, también nos da una segunda ventaja que podemos llamar MEDIATEZ. Mientras que el resto de los seres vivos son esclavos de la inmediatez, esto es, para sobrevivir solamente cuentan con sus reacciones emotivas, por lo que están obligados a tener una reacción inmediata frente a una configuración inmediata. Aun cuando su conducta parezca implicar una cierta planeación, en realidad obedece a condiciones inmediatamente presentes. Por ejemplo, cierta combinación de colores, temperatura y aromas hace que determinado animal comience a juntar provisiones para el invierno, no porque esté planeando para el invierno sino porque responde a las condiciones presentes. Tanto es así que, cuando los seres humanos alteran estas señales, los animales no recolectan para el invierno y mueren.
La mediatez es tan poderosa que nos permite vencer, por ejemplo, a los leones, los osos u otros depredadores contra los que, de otra manera, no tendríamos oportunidad. Ya que no tenemos una piel gruesa y resistente a la acción de sus garras y colmillos, ni tenemos nosotros garras y colmillos para luchar contra ellos, solamente la mediatez nos ha permitido enfrentarnos con ellos y salir victoriosos. La mediatez quiere decir ejercer efectos a distancia, esta puede ser de tres tipos: Mediatez en el espacio, mediatez en el tiempo y mediatez emocional.
Para luchar contra un depredador peligroso, por ejemplo, cuando usamos una lanza, arco y flechas o un arma de fuego, estamos aprovechando el poder de la mediatez en el espacio. Logramos causarle daño a nuestro atacante a una distancia en la cual él no puede hacernos daño. En cambio, cuando ponemos una trampa en la vereda que nuestro depredador usa habitualmente, estamos usando la mediatez en el tiempo, pues en el momento en que nuestro atacante lucha con nosotros ya ni siquiera estamos allí, causamos un efecto a gran distancia en el tiempo, de modo que las garras y colmillos de nuestro adversario nada pueden hacernos. El ejemplo más claro de la mediatez emocional, pude apreciarlo en un programa de TV, en alguno de esos canales dedicados a reportajes sobre animales en el África. Un hombre, experto en comportamiento animal, se acerco a un grupo de leones que descansaban bajo un árbol en la sabana africana, se bajo de su auto y fue gateando hasta una distancia muy corta, quizás un par de metros de los leones; su capacidad para controlar su miedo y sus emociones, le permitió modular su comportamiento de modo que, aunque un gran león macho se acercó curioso a examinarlo, no pudo identificarlo ni como una amenaza ni como la cena, por lo que terminó dejando ir al hombre ileso.
En la vida moderna, es claro que los hombres más poderosos del mundo son quienes manejan las finanzas mundiales. Esto es así porque ellos causan efectos en personas que se encuentran a gran distancia en el espacio, tiempo y sentimientos de ellos. Una decisión suya, tomada en forma de cifras y operaciones bursátiles, puede causar la ruina o aun la muerte de personas en otros continentes, meses o años después, sin dejar ninguna marca emocional en el agresor, quien ni siquiera necesita enterarse de los efectos que causó. Otro ejemplo moderno es la guerra en Irak; la primera parte la ganó USA en poco tiempo, pues utilizó todo el poder de la mediatez. Desde un barco a cientos de millas de distancia, un joven norteamericano operando algo muy similar a un video juego, oprimió un botón y aniquiló a divisiones enteras del ejercito de Irak. Otro tanto podemos decir de los pilotos de aviones bombarderos. Pero una vez que USA renunció a las ventajas de la mediatez y puso a sus soldados en tierra, la guerra se volvió imposible de ganar.
Finalmente, además de la referencialidad y la mediatez que son ya enormes ventajas evolutivas, la representación artística nos dio una ventaja más. Al representar los fenómenos naturales creamos ‘cosas’ que no habían existido jamás en la naturaleza, cosas artificiales. Las pinturas, esculturas, danzas, melodías, palabras que usamos para representar lo natural, son artificiales e inauguran el reino de la artificialidad que es el reino de los humanos. Si en el mundo natural éramos criaturas frágiles y en desventaja, en el mundo artificial que hemos creado reinamos supremos. Porque no solamente nuestras representaciones de los fenómenos naturales son creación nuestra, sino que hemos ido sumando esas representaciones y, a través del arte, las hemos combinado entre sí y con representaciones de fenómenos naturales, de modo que hemos creado formas auténticamente nuevas. La forma ‘máquina’, por ejemplo, es algo totalmente artificial y rebasa con mucho a la forma ‘herramienta’ de quien desciende en parte.
Hay dos características fundamentales que la TGA nos señala respecto de la artificialidad. Primero, que mediante la síntesis de fenómenos observados y de representaciones recordadas, podemos crear una infinidad de formas nuevas que a su vez pueden re-sintetizarse en todavía más formas nuevas. El potencial de complejidad y evolución de nuestra cultura, nuestro patrimonio de formas artificiales, es ilimitado. Pero, en segundo lugar, la TGA formula una Ley de Pérdida de Resolución que nos dice que el mundo artificial que hemos creado, no puede detener su evolución en ningún punto, sin verse condenado irremediablemente a su descomposición y desaparición.
La Ley de Pérdida de Resolución se basa en un hecho muy simple, toda configuración significativa pierde resolución en cada reciclaje. Por ejemplo, tomamos un texto impreso y le sacamos una fotocopia, forzosamente habrá un deterioro aunque parezca imperceptible, pero si a la copia le sacamos otra copia, y a esa copia otra, etc., llegará un momento en que las copias que obtengamos estén tan degradadas que sea imposible comprender lo que está escrito en ellas. Otro tanto pasa con el juego del teléfono descompuesto, un jugador susurra un mensaje al oído de otro, este a su vez pasa el mensaje de memoria al siguiente jugador y así sucesivamente hasta que se terminan los jugadores; al final se compara el mensaje original con el mensaje que da el último jugador y se ve la gran diferencia entre ambos.
En el caso del ‘teléfono descompuesto’ hay una diferencia importante con el ejemplo de las fotocopias; aunque el mensaje se haya deformado enormemente, es posible que el mensaje final del teléfono descompuesto tenga algún sentido aunque sea diferente al original. Esto es porque aunque hubo pérdida de resolución en cada reciclaje, algunos jugadores sintieron la necesidad de darle sentido al mensaje cuando este se ha vuelto demasiado absurdo. Y esto es exactamente lo que pasa con la cultura.
La TGA define a la cultura como la suma total de formas artificiales compartidas por un grupo social en un lugar y tiempo determinados. Esta cultura es por su propia naturaleza significativa e informática y se transmite de generación en generación de forma parecida al juego del teléfono descompuesto. En el caso de la cultura, el arte tiene la misión de incorporar constantemente significados nuevos a la cultura que, en cada reciclaje se va degradando. Por supuesto, cierto tipo de educación funge como un paliativo para la pérdida de resolución, como si en el ejemplo de las fotocopias, corrigiéramos con bolígrafo algunas de las deformaciones que van apareciendo con el reciclaje, pero al final, solamente el arte incorpora formas nuevas sintetizadas a partir de las formas previas de la cultura y de los fenómenos nuevos, manteniendo a la cultura viva, actualizada y apta para las necesidades de supervivencia de la especie humana, siempre cambiantes.
La TGA establece que la cultura es la suma de formas artificiales, esto es, creadas por el ser humano mediante el arte, que son compartidas en un lugar y tiempo por un determinado grupo humano. Este cúmulo de formas tiene una naturaleza dual; por una parte es la mitad de la sustancia que constituye al ser humano, siendo la población la otra mitad; mientras que, por otra parte, es la adaptación evolutiva que permite la supervivencia de esa misma especie humana.
La cultura varía de grupo a grupo y de momento a momento, por lo que hay siempre varias versiones de cultura compitiendo entre sí en el sentido evolutivo; de modo que unas serán más y otras menos conducentes a la supervivencia de la especie humana como tal (población+cultura). Además, estás culturas están todas sujetas a la ley de pérdida de resolución que, como vimos arriba, hace que no puedan permanecer estables, que sea imposible ‘conservarlas’, la única manera de que una cultura dure mucho tiempo es que permanezca viva, evolucionando constantemente, de preferencia cambiando en un sentido que aumente su utilidad para la supervivencia humana pero, como sea, siempre e inevitablemente tendrá que seguir enriqueciéndose mediante las creaciones artísticas de esa sociedad, o inevitablemente entrará en un proceso de degradación.
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