¿Es verdad que el arte es un tercio inspiración y dos tercios transpiración?


     A diversos personajes como el inventor Edison o el artista Picasso se les atribuye una frase que reza más o menos: “El genio es 10 (o 1) por ciento inspiración y 90 (o 99) por ciento transpiración”. Sin importar el porcentaje del que se trate, según la versión que hallamos escuchado, ni de quien en realidad lo dijo primero, no deja de resultar interesante preguntarnos si esto es así, o no. Según Philippe Brenot (1998), la frase es de Edison y apareció en la revista Life en 1932: “Genius is one per cent inspiration and ninety-nine per cent perspiration.”


En “El Genio y la Locura” (Brenot, 1998) se abordan ambos aspectos por separado, pero no se intenta resolver este debate; a la inspiración se la trata en el apartado de ‘El Genio en Estado Salvaje’, mientras la transpiración la aborda en su apartado ‘La Aptitud Para Perseverar’. Resulta desalentador pensar que este trabajo de Brenot es uno de los mejores documentados estudios de historia psiquiátrica que aborda el tema y aun él no aventura una solución.


Por nuestra parte, para abordar el problema de la relación entre inspiración y transpiración, encontramos antes necesario establecer con claridad lo que entendemos por estos dos conceptos, toda vez que nuestra definición de inspiración, y para el caso nuestra metáfora de transpiración, provienen de la TGA, que entiende la inspiración de la siguiente manera:

En la siguiente y tercera etapa se da lo que comúnmente llamamos inspiración. Esta etapa consiste en el momento en que el procesamiento masivo en paralelo ha convergido lo suficiente, es decir, ha probado y desechado muchas relaciones asignificativas e inútiles y se ha quedado con algunas que parecen prometedoras. Esto es, el volumen de información se ha reducido considerablemente y, aunque todavía es rebasa nuestra capacidad de procesamiento consciente, es suficientemente reducido como para entrar en el umbral de la consciencia. Esta entrada en el umbral de la consciencia es lo que percibimos como inspiración y, aunque parece salir de ninguna parte, en realidad es el resultado de un largo y laborioso proceso que nuestro cerebro ha venido realizando con la información de la que nuestra observación lo ha proveído. La inspiración es entonces como una vaga consciencia del contenido de nuestro problema y sirve para orientar la etapa siguiente.


De aquí es importante señalar que esta concepción de la inspiración parte del conocimiento más reciente disponible en materia de neuro-ciencias y describe el proceso artístico de acuerdo a estos avances. Las etapas del proceso artístico que anteceden y siguen a la inspiración son, de acuerdo con la TGA, como sigue:


1. La observación o recolección de información.

2. El procesamiento masivo en paralelo que el cerebro realiza subconscientemente.

3. La inspiración.

4. La manipulación de configuraciones de estímulos de manera intuitiva.

5. Reconocimiento de la representación, conclusión de la pieza.

6. La decodificación que hace el público de la pieza, que da paso al surgimiento de un concepto convencional.


Respecto de la cuestión de inspiración versus transpiración, podemos decir que tanto la etapa uno como la cuatro presuponen una fuerte dosis de transpiración, pero solamente en esta última en el sentido que tradicionalmente se entiende, es decir, en el sentido de la ejecución o práctica continua e incansable.


Sin embargo, esta cuarta etapa presupone el dominio de la técnica, a fin de poder realizar una manipulación intuitiva y no consciente, por lo que podríamos decir que el enorme tiempo y esfuerzo empleados en adquirir maestría técnica antes de poder abordar exitosamente la etapa cuatro, le agregan al proceso artístico una alta dosis de transpiración. Dicho todo lo anterior, podemos decir en modo metafórico que aunque no estamos de acuerdo con la relación 90 a 1, propuesta por Edison, efectivamente el arte es un tercio inspiración y dos tercios transpiración, aunque claro, esta no es una afirmación científicamente cuantitativa.


Jaime Jimenez Cuanalo